Comentario
Si el arte europeo de posguerra es inseparable de la guerra y sus consecuencias, Francis Bacon (1909-1992) es uno de los ejemplos más claros y su obra una de las más inquietantes y lúcidas de todo el siglo. Nacido en Dublín de padres ingleses y muerto en Madrid, donde no era extraño verle pasear por las salas del museo del Prado, Bacon trabajó siempre en Londres, ciudad a la que se trasladó en 1914.Con cierta fama como decorador y diseñador de interiores, empieza a pintar en 1931, sin ningún éxito. La razón quizá es que Bacon no se apunta a ninguna moda: no hace surrealismo (y los surrealistas le rechazan en la exposición londinense de 1936), pero tampoco hace abstracción. Lleva una trayectoria personal y su pintura se desarrolla en solitario, como la de Van Gogh, a quien admira profundamente. En 1944 destruye la mayor parte de sus cuadros y empieza una nueva etapa con Tres estudios de figuras para la base de una crucifixión (Londres, Tate Gallery). El éxito le va llegando lentamente desde finales de los cuarenta y en 1954 representa a Inglaterra en la Bienal de Venecia. Desde entonces Bacon se convierte en un punto de referencia imprescindible en el arte del siglo XX y su lugar es cada día más importante.Los Tres estudios, expuestos en Londres en abril de 1945, el año en que acabó la guerra, produjeron consternación en el público. Bacon utiliza un medio tradicional en la pintura de Occidente para expresar el sufrimiento humano -el tríptico-, pero aclara, como Saura con sus Crucifixiones, que no se trata de un tema cristiano sino de "un acto de la conducta humana, un modo de comportarse con otro". El pintor, a partir de este momento, se sirve del tríptico con mucha frecuencia, pero no con sentido narrativo sino como un medio para enriquecer la visión de la imagen, mostrándola desde tres ángulos, con tres puntos de vista diferentes.La cultura occidental y la historia del arte están detrás de la pintura de Bacon, que utiliza con frecuencia la fotografía. Como muchos otros artistas después de la Segunda Guerra Mundial -Picasso, Saura, Balthus, el Equipo Crónica...-, Bacon saquea el almacén de la historia del arte y desfigura las imágenes de Velázquez, Rembrandt o las fotografías de sus amigos.El espacio en el que se insertan las figuras desnudas y escarnecidas, vulnerables y vulneradas ellas también de Bacon, es un espacio negativo, compuesto a base de unas pocas líneas herederas de la caja tradicional, que más que albergar, oprimen a los seres que se encuentran en su interior.Considerado una figura aislada durante años, Bacon se descubre cada vez más como alguien muy vinculado a su tiempo y a otros contemporáneos suyos por la deformación del cuerpo humano, la técnica cercana al informalismo dentro de una figuración peculiar, el interés por el espacio, la conciencia aguda de la soledad y la indefensión del ser humano en el mundo moderno.